Siempre me ha gustado esa sensación de lo desconocido.
Esta interrogante de ver si puedo dominar todas las dificultades que vendrán no solo en una nueva competición, sino también en un nuevo país.
Para ganar en Italia, en Inglaterra y en España se requiere flexibilidad para adaptarse. A veces, ir en contra de tus propias ideas y elegir la manera correcta de tener éxito, dependiendo de la realidad del club y de la competencia. Incluso socialmente tienes que entender las necesidades, los objetivos y las motivaciones de todos.
Tengo la suerte de ser alguien rico en este tipo de experiencias. Por eso ahora no cierro la puerta a un nuevo país, a una nueva liga.
Solo tengo un requisito de mi parte. Una cosa que necesito de un empleo.
Tengo que jugar para ganar.
Soy bastante patológico en esto. Alguien podría darme un contrato maravilloso, increíble, de 10 años por ejemplo, y decirme: “El objetivo del equipo es permanecer en la mitad superior de la tabla”. Entonces, si terminas séptimo, octavo o noveno, es perfecto. Eso no es para mí.
Necesito un proyecto donde la sensación es que juego para ganar. Yo compito para ganar. Después, si gano o no gano, ese es mi problema, y el de los jugadores y el club. Pero necesito un proyecto con esa presión.
Esa es mi naturaleza.